jueves, 17 de diciembre de 2009

GRADO I 2DA ENTREGA


EL ESPACIO REORGANIZADO



“El arreglo más hermoso se parece a un montón de basuras reunido al azar". Heráclito

"...todas las flores aquí. Los vestidos extendidos. Los negros cerca de mí. Los rosados aquí. Los pañuelos solos. La bolsa sola. La cartera sola. La caja sola y vacía. El espejo solo. Los zapatos solos. Las medias solas. Las hierbas solas. Yo sola. Él solo. Nosotros solos. Un espacio solo. Un rincón solo. Una línea sola. Una sola media. Un solo zapato. Todas las cosas están solas. Todo estamos solos. Un montón de arroz. Un montón de azúcar. Un montón de sal. Un montón de harina. Un montón de café. Un montón de cosas...". Maria Teresa Hincapié Una Cosa es una cosa




El espacio esta configurado desde múltiples maneras de habitar o de reposar en el, estacionaria o momentáneamente, podemos habitar desde el imaginario cuando idealizamos su ubicación y sus objetos, hasta el estado físico el cual se va transformando de acuerdo a nuestras ideas y necesidades, también por las circunstancias y por el tipo de uso que vayamos a hacer de él.

El espacio nos contiene, nos envuelve en su masa corpórea invisible convirtiéndonos en sus huéspedes eternos, nos movemos de acuerdo a su organización y según la utilización que hacemos de este, así cada lugar que habitamos en una vivienda es diferente, manejamos diferentes ritmos y adquirimos variadas posturas en la sala, la cocina, el baño, las habitaciones, etc. cada parte tiene una arquitectura y unos elementos dispuestos para cada fin.

El espacio es reorganizado por nuestros actos, tenemos condicionado nuestros movimientos, nuestra percepción nos permite sentir y conocer el espacio en sus diferentes aspectos, tanto que algunas veces entramos en él a ciegas reconociendo la arquitectura con sus obstáculos y la ubicación espacial de los objetos en el lugar, también se tiene un manejo en el contexto espiritual ya que algunas personas tienen la vocación de comer mirando hacia el norte, ubicar las ventanas mirando hacia el sol, dormir en tal posición para cargar energías, etc. el espacio se torna como detonante de nuestra existencia móvil, para algunos es territorio ocupado, para otros mas nómadas, es tan solo un lugar de paso.





Las habitaciones se van cargando con objetos, los adornos, la ropa, los cosméticos, los muebles, las cortinas, las puertas, ventanas, etc. todos estos artículos van formando un túmulo de pensamientos, recuerdos, ideas, sensaciones, etc. que se impregnan en nuestro cerebro a través del inconciente y vuelven a nosotros cuando vemos un objeto y recordamos una persona o un suceso relacionado con ellos.

Ordenamos y desordenamos nuestras cosas, así como la mente nuestras emociones desalojan viejas ideas para albergar nuevos pensamientos y procesar nueva información, es una maquina generando imaginación constantemente, todas las cosas son un constante caos de donde sacamos lo que nos importa, lo que nos interesa, recordamos donde están las cosas en medio del desorden.

El orden en el caos, en el espacio, el reordenamiento de las ideas y de las cosas, uno es el reflejo de su espacio, hay que organizar y “poner las cosas en su lugar” reorganizar las cosas es también un acto religioso que permite asignarle una existencia a objetos muertos en el espacio, reorganizarlas es meterlas en el laberinto del lugar donde están, en el espacio que ocupan de la arquitectura, al cambiar la dirección cambiamos el sentido y la noción del espacio, es un no lugar para el habitar, es cargarlo con otras energías.

No existe un espacio transformado separado de una vivencia del tiempo ni ninguna creación que no participe, aunque sea de forma fugaz, en una representación de la cultura con un principio y un fin. Así todo espacio es instrumentalizado en torno a una serie de rituales, sagrados o profanos, de larga o mediana duración, con nuestras acciones y pensamientos transformamos el espacio.
El encuentro con el espacio supone la contemplación real e imaginaria de los objetos al observar sus imágenes e indagar en sus posibilidades, al llenar el vacío que hay en nuestra mente con los objetos, el espacio y las cosas adquieren otro sentido, otro valor, ya que pierden el sentido simbólico e intrínseco que poseen cultural y socialmente, por no estar en un espacio compartido, entonces ¿qué valor tienen para nuestros sentimientos las cosas en el espacio si son cosas inertes o ideas sin sentido? todo tiene su lugar en el espacio y cobra sentido en nuestra mente, porque se encuentra en una disposición para habitar, para estar en él observándolo, para deshacernos y quedarnos pensando en los objetos y las cosas.